Parece una historia lejana los años en que las mujeres eran impedidas de hacer deporte por una razón tan extraña por su género. Remontarse a los años en que la actividad física sólo podía ser practicada por hombres parece una realidad de otro planeta. Sin embargo, hoy en día, no es extraño seguir escuchando mitos que rondan respecto a la mujer y los efectos que provoca en ella la actividad física. Así que informarse es vital para desmentir algunas clásicas y comunes afirmaciones que se siguen haciendo respecto a esto. Vamos a verlas.
Mito 1: El deporte masculiniza a las mujeres.
Falso. Éste es quizás uno de los mitos más escuchados respecto a las mujeres que realizan actividad física y desarrollan sus capacidad motrices, diciendo que el deporte promueve en ellas actitudes o cuerpos masculinos. Sin embargo, esto – científicamente- no es así.
La práctica de ejercicio tiene un impacto distinto en cada ser humano, debido a que cada género posee una serie de hormonas que son las responsables de generar el dimorfismo en la constitución física del cuerpo entre hombres y mujeres, dependiendo de la predisposición genética que tenga el individuo para ello. Es decir, las mujeres no pueden tener cuerpos masculinos porque hormonalmente son constituidas distintas a los hombres. De hecho, muchas de las físicas culturistas mujeres que logran alcanzar un desarrollo de masa muscular más abultado que el promedio, lo hacen con la ayuda de suplementos o hormonas de apoyo.
Mito 2: El ejercicio altera el ciclo menstrual.
No existe evidencia científica que sustente que la práctica deportiva puede ser peligrosa para la salud reproductiva de las mujeres. Tampoco existen pruebas que avalen que el grado de intensidad que una mujer tenga en una actividad física alterará el ciclo menstrual o dañará los órganos reproductores ni tampoco los senos. También es falso afirmar que el ejercicio tiene efectos negativos en la fertilidad o disminuir la capacidad reproductiva. De hecho, los triunfos atléticos y las marcas mundiales han sido realizadas por mujeres, han sido practicadas durante todos los estadios del ciclo menstrual. Por otro lado, existen pruebas de embarazadas que han competido en Juegos Olímpicos sin presentar efectos perjudiciales y de atletas que han superado marcas después de ser madres.
Mito 3: Las mujeres no son buenas haciendo deporte.
Ok, pongamos en contexto este punto. Lo primero que debemos hacer es mirar atrás, para entender que fueron muchas las décadas en que a las mujeres no se les permitía practicar ningún tipo de deporte, ya que eran actividades creadas y “aptas” exclusivamente para hombres. A lo largo del siglo, se instalaron falsas concepciones y prejuicios respecto a la participación de las mujeres en las prácticas deportivas. Esta visión condicionó el desarrollo, el avance y la práctica de las mujeres en la actividad física. Incluso factores tan cotidianos, como el uso de corsé limitó las habilidades motrices de las mujeres, lo que terminó convirtiéndose en una tranca para que ellas pudieran realizar actividades físicas atléticas de manera libre.
De hecho, fue recién a partir de los años 70 y 80, que se produce un avance en la superación de estas creencias, impulsado por el surgimiento de políticas públicas orientadas a otorgar igualdad de oportunidades y responsabilidades sociales a los hombres y a las mujeres por igual. En este contexto, es imposible afirmar que las mujeres no están interesadas en el deporte o que no son buenas practicándolo, cuando es recién a final del siglo donde el deporte parece ser una opción más accesible y, por lo tanto, más practicable para las mujeres.
¡Así que sin más límites o desinformación, te invitamos a disfrutar plenamente los beneficios del deporte!