A pesar de encontrarnos en pleno 2020, las mujeres siguen experimentando mitos y desigualdades respecto a su desempeño en el deporte. Sin ir muy lejos, en Chile, fue recién el año pasado que el equipo de la selección nacional femenina de fútbol tuvo camarines oficiales y en condiciones óptimas en el Estadio Nacional para sus entrenamientos, a pesar de ser el fútbol uno de los deportes más populares y seguidos por la hinchada chilena. Esta realidad, entre tantas otras, refleja una problemática actual con la que muchas mujeres deportistas conviven a diario: la poca equidad que existe en el deporte respecto a su género. Son los equipos de hombres o deportistas masculinos individuales, los que comúnmente tienen un mayor acceso a las herramientas, entrenamientos, espacios y remuneraciones para practicar sus deportes en comparación a las mujeres.
Hoy es necesario el desarrollo de una cultura deportiva que permita y valorice la plena participación de las mujeres en todos los aspectos del deporte. Se requieren de iniciativas concretas y progresivas, que propicien un camino al desarrollo máximo y el éxito deportivo para las mujeres, potenciando la creación de estrategias que permitan incrementar la participación de la mujer en el ámbito deportivo en toda su extensión.
Un ejemplo a seguir en cuanto a políticas de desarrollo de la mujer y el deporte, es el caso de la Declaración de Brighton en 1993, una iniciativa impulsada por el Consejo Británico del Deporte, con el respaldo del Comité Olímpico Internacional, en la cual se desarrolló una serie de medidas políticas y estrategias para avanzar en la equidad de géneros en el ámbito deportivo, considerando aspectos como:
* Asegurar a todas las jóvenes y mujeres la oportunidad de participar en el deporte en un ambiente seguro, que les apoye y que conserve los derechos, la dignidad y el respeto del individuo.
* Incrementar la participación femenina en el deporte a todos los niveles, en todas las funciones y todos los papeles.
* Garantizar que los conocimientos, las experiencias y los valores de las mujeres contribuyan al desarrollo del deporte.
* Fomentar el reconocimiento de la participación femenina en el deporte como contribución a la vida de todos, al desarrollo de la comunidad y a la construcción de mujeres sanas.
* Animar a las mujeres a reconocer el valor intrínseco de su deporte y su contribución al desarrollo personal y a una vida sana.
Son algunos de estos desafíos lo que nos deben inspirar a construir una nueva cosmovisión, que oriente la marcha hacia el logro real de la equidad e igualdad de la mujer en el deporte, y que permita modificar los mitos y fomentar un estilo de vida activo en las mujeres de todas las edades.